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ORÍGENES DE JOSÉ FIDENCIO DE JESÚS CONSTANTINO SÍNTORA.
El nombre de Fidencio S. Constantino en el que antepone el apellido materno al paterno es adoptado por él posteriormente. No se saben las causas de este cambio, tal vez fue por el gran apego que tuvo de pequeño con su madre. Valle de las Cuevas es una ranchería con casas edificadas, por lo que no es posible confundir que Fidencio haya nacido en una cueva, ya que en la misma acta de nacimiento se indica ?No indígena?. De los documentos descritos también se obtienen los datos de sus padres quienes fueron el señor Socorro Constantino y la señora María del Transito Síntora. Esta pareja, además de Fidencio tuvo más hijos de los que se tiene conocimiento son: Buenaventura, Socorro, Joaquín y Fulgencia. Los rasgos físicos de Fidencio eran de piel blanca, ojos verdes pelo castaño y una estatura de 1.80 m. INFANCIA Las vidas de Fidencio Constantino y Enrique López de la Fuente quien después llegara a ser el protector de Fidencio se entrelazan desde muy temprana edad cuando acudían juntos a la escuela primaria y servían en el curato en el que el señor cura Segura, ejercía su ministerio en Irámuco Guanajuato. El cura Segura, era tío de Enrique y se cree que los niños también ayudaban en los oficios religiosos. Esos conocimientos, le servirían posteriormente a Fidencio para desarrollar sus actividades. Eran esos principios de siglo (1904), tiempos difíciles que para muchos la oportunidad de comer y aprender quedaba supeditado a servir a la iglesia o servir al ejército. Debido a lo anterior se puede decir que Fidencio fue afortunado ya que a pesar de su pobreza extrema, pudo asistir a la escuela primaria hasta tercer año. Por lo que corresponde a su sobrevivencia, es de suponer que al servir a la iglesia, tuvo la oportunidad de una buena alimentación, instrucción y educación.
En 1912, Enrique fue trasladado a Morelia Michoacán. Como dentro de su pobreza, Fidencio tenía oportunidades al servir a una familia, se fue con ellos como ayudante de cocina. Cuando al año siguiente Enrique se enroló en las filas de la revolución, Fidencio Constantino siguió viviendo con la familia que le brindaba confianza y cariño. En 1921, después de largos años de separación Enrique, quien se había asentado en el Norte necesitaba una persona de confianza para que cuidara a su hijo Ulises y mandó buscar a Fidencio. En el transcurso de ese tiempo, Enrique había andado en ?la bola? al lado de Francisco Villa, por lo que participó en la Toma de Torreón el tres de abril de 1914 y también tuvo actuación bélica en Paredón Coahuila, batalla en la que fue herido. En su escape, Enrique llegó a la hacienda de Espinazo en la que fue socorrido por don Teodoro Von Wernich, con quien hizo amistad. El hacendado al ver que Enrique sabía leer y escribir, lo nombró administrador, más o menos en 1916. Don Enrique se convirtió en padre de familia y ya establecido en Espinazo, se vuelven a cruzar las vidas de él y de Fidencio. Un buen día Fidencio llega a este pueblo por el único medio de transporte que existía: El tren. Fidencio Constantino, asume las labores de la cocina de la casa de Enrique, además, cuida con esmero al pequeño Ulises con el que aparece a menudo en fotografías. Es en este tiempo, en el que Fidencio empieza a llamar ?padre? a su patrón Enrique, también, asume entre sus labores normales curar a jornaleros lastimados o enfermos, así como auxiliar a las mujeres en sus partos. Las gentes de la región empiezan a apreciar sus servicios y acuden de las rancherías a solicitar sus servicios. Por su bondad y sus manifestaciones de afecto por los demás, empieza a tener fama y se le van presentando al mismo tiempo casos de curaciones complejas obteniendo éxito. Llegó a convertirse en el gran doctor de doctores para cientos de miles de hombres, mujeres y niños que cada día imploraban su benevolencia y la bendición de sus poderes divinos. VISITA DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA GRAL. PLUTARCO ELÍAS CALLES A ESPINAZO N. L. Uno de los factores importantes después de sus increíbles métodos de curación y que incrementó aun más la fama del Niño Fidencio fue la visita del presidente de la República el Gral. Plutarco Elías Calles. Aunque su gobierno de 1924 a 1928 fue escenario de la GUERRA CRISTERA, tomando medidas muy drásticas ante el Arzobispo de México y expulsando a más de 200 clérigos y ordenando también el cierre de todos los conventos, colegios y asilos, generando así una guerra larga y sangrienta en donde su único objetivo era hacer respetar las leyes de Reforma. Aun, y con todo esta controversia el 8 de febrero de 1928 El Gral . Elías Calles visitó Espinazó N.L. acompañado de su comitiva. En una entrevista realizada por un reconocido periódico al Sr. Enrique López de la Fuente éste declaró: Que el Presidente pidió a Fidencio que lo curara, no fue revelado su padecimiento, solamente Fidencio supo qué le pasaba. Agregando que el Sr. Presidente fue cubierto de miel con otras recetas del propio Niño sobre su cuerpo desnudo y solamente cubierto con una cobija. Que el Niño Fidencio trató al Presidente con las mismas atenciones que daba a los demás enfermos. El Presidente permaneció en un cuarto alrededor de 6 horas y preocupado el Sr. Enrique de que ya había pasado mucho tiempo decidió ir en busca de Fidencio. Finalmente lo encontró haciendo otras curaciones y le preguntó a qué hora iba a ir a atender al Sr. Presidente y con tranquilidad le respondió "Ah! se me olvidó¨ , regresando a donde el Presidente y terminó de esta manera la curación. En respuesta a la curación y atenciones que le prodigó Fidencio, el Gral. Calles, le envió por ferrocarril alimentos y medicamentos para cubrir en parte las necesidades de la población . El Sr. Teodoro Von Wernich, El Niño Fidencio y el Sr. Enrique López de la Fuente en espera de la llegada del Presidente de la República Plutarco Elías Calles a Espinazo. El Niño Fidencio murió a la edad de 40 años el 19 de octubre de 1938 en Espinazo N.L. Según el acta de defunción su muerte se determinó como muerte natural . Se atribuye su muerte a consecuencia de las largas jornadas de trabajo que realizaba para curar a sus enfermos que llegaban a ser hasta de 48 horas, a veces sin probar alimento, lo cual fue minando su salud hasta llevarlo a un agotamiento irreversible. El Sr. Enrique intervenía para llevárselo a la casa para atenderlo, aún a costa de que lo señalara la población como un desalmado abusador de Fidencio.
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